Pasado.

Presente.
Quizá debido a esa naturalidad,
Sevilla, tan dada a la sobreactuación y al barroquismo, no lo trató bien, o al
menos no todo lo bien que se merecía. Sobre todo la Sevilla que figura, la del
supuesto “glamour”. Para muestra un botón: tiene una estatua en la ciudad, en
el mismo lugar y del mismo tamaño que la de su hermano Manolo. Lugar y tamaño
muy por debajo de los otorgados a otros matadores que están muy lejos de lo que
Pepe Luis ha sido en el toreo. Aunque estos últimos mejor relacionados con la
Sevilla del medalleo. ¡Qué gran injusticia y qué enorme torpeza!.
Futuro.
Para reflexión de las generaciones
venideras, tanto profesionales como aficionados, me permito dejar una frase del
maestro: “si después de la segunda tanda, no está la música tocando y la oreja
cortada ¿para qué vas a seguir allí?”.
Descanse en paz Pepe Luis Vázquez.
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