23 de mayo de 2013

PEPE LUIS. in memoriam.


Pasado.
Por razones de edad no alcancé a ver a Pepe Luis. He leído mucho sobre su toreo, he visto fotos y grabaciones  y hasta tuve alguna pequeña charla con él. Y lo que me maravilló siempre y sobre todo, fué su naturalidad. (Según el D.R. A. E. : Espontaneidad y sencillez en el trato y modo de proceder./ Conformidad de las cosas con las leyes ordinarias y comunes.”). Resalto especialmente la espontaneidad y la conformidad con la norma: clasicismo. Y la naturalidad conlleva, además de sencillez,  la humildad.

Presente.
Quizá debido a esa naturalidad, Sevilla, tan dada a la sobreactuación y al barroquismo, no lo trató bien, o al menos no todo lo bien que se merecía. Sobre todo la Sevilla que figura, la del supuesto “glamour”. Para muestra un botón: tiene una estatua en la ciudad, en el mismo lugar y del mismo tamaño que la de su hermano Manolo. Lugar y tamaño muy por debajo de los otorgados a otros matadores que están muy lejos de lo que Pepe Luis ha sido en el toreo. Aunque estos últimos mejor relacionados con la Sevilla del medalleo. ¡Qué gran injusticia y qué enorme torpeza!.

Futuro.
Para reflexión de las generaciones venideras, tanto profesionales como aficionados, me permito dejar una frase del maestro: “si después de la segunda tanda, no está la música tocando y la oreja cortada ¿para qué vas a seguir allí?”.

Descanse en paz Pepe Luis Vázquez.

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