
El Juli entonces calló, calló absolutamente, tragó saliva y siguió adelante. Pero la espina estaba clavada, aunque la procesión fuera por dentro.
Pasado un año, El Juli no solo obtiene un triunfo incontestable en Sevilla, sino que anuló, borró, apabulló a sus compañeros de terna, a la sazón Morante y Manzanares. Dudo que el todopoderoso Matilla permita que vuelvan a torear juntos, al menos de momento.
Hoy Manzanares, debe estar todavía intentando sacudirse el aturdimiento que te debe quedar cuando un autobús te pasa por encima. El Juli se habrá quitado la espina y comprueba que efectivamente la venganza es un plato que está mejor frio.
Me parece un acto claro de justicia poética.
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