No voy a comentar, por ahora, las diversas opiniones vertidas sobre este asunto. La mayoría coincidentes, en líneas generales, y con algunas matizaciones muy substanciosas. Me refiero a los independientes, claro está, los de la foto de la comidita son otra historia. Sin embargo, hay una cuestión que nadie ha considerado y me parece importante.
En el comunicado del G-5 se habla de “que esta plaza recupere su identidad y se respete a los toreros”. Para estos propósitos creo que el camino elegido no es el más adecuado. El público, sea o no aficionado, los compradores de entradas, son los que dotan de identidad a una plaza; no los propietarios o los empresarios de la misma. Y es el público quien debe respetar a los matadores. Cuando lo haga, los empresarios no tendrán más remedio que hacerlo también.

Muchas de las matizaciones substanciosas a las que antes me referí, merecerían una entrada ellas solas, pues se tocan temas muy interesantes: el papel de la autoridad, la relación del G-5 con los demás toreros, la credibilidad de unos y otros, el obscurantismo de este gremio...pero entiendo que ninguna de ellas afecta a los aspectos básicos de la cuestión. Quizá en otro momento volvamos sobre ellas.
Por último una certeza: todo el mundo habla de concordia, paz, entendimiento, unión, etc. Todo eso está bien y puede ser deseable, pero para avanzar en esa línea es imprescindible que desaparezca el inmemorial obscurantismo de este mundillo. Sin transparencia es imposible ninguna colaboración mínimamente duradera.
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